Victor Darquea
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7/26/2017 0 Comentarios

Lo inevitable para lograr éxito

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¿Cuántas veces nos damos por vencidos a la primera, sobrándonos pretextos, justificaciones, excusas, -mentiras con apariencia de verdad-  para no insistir, porque en el fondo no queremos pagar el precio? ¿Sabemos lo que queremos?, ¿Estamos conscientes de lo que cuesta llegar? El enfoque, el esfuerzo y la disciplina son la colegiatura que debemos pagar para lograr alcanzar la meta. El precio implica un arduo trabajo que consiste en tener que cargar con un peso y realizar un esfuerzo. 


Todos decimos que queremos lograr éxitos, pero tarde o temprano nuestro nivel de actividad debe alcanzar nuestro nivel de intención. Hablar de éxitos es una cosa, pero hacer que éstos ocurran es otra muy distinta. Por esa razón tenemos que forzarnos en el presente para sentir el dolor leve de la disciplina. De cualquier forma deberemos sufrir uno u otro dolor - el dolor de la disciplina, o el dolor del pesar o remordimiento - pero la diferencia es que el dolor de la disciplina pesa solamente gramos comparado con el dolor del remordimiento que pesa toneladas. 


El verdadero enemigo del éxito no es el fracaso; sino el conformismo y la mediocridad disfrazados en forma de excusas, pretextos o justificaciones ante los demás y ante nosotros mismos, que nos dejan estancados en una zona de confort aparente y que nos inmovilizan a la acción, por ejemplo cuando se tiene un trabajo mediocre que apenas proporciona un salario para sobrevivir, porque al menos se tiene algo que es mejor que nada. O cursar sin pena y sin gloria una carrera profesional con tal de tener después de cierto tiempo un documento que acredite ciertas "competencias" profesionales. 


¿Por qué no hacer un segundo esfuerzo cuando no se tienen los resultados esperados a la primera oportunidad? ¿Por qué darnos por vencidos tan pronto? Si se tiene suficiente determinación seguramente se alcanza el éxito. Los principios que se aplican a la formación de un equipo de futbol pueden aplicarse a casi cualquier aspecto de la vida. Por ejemplo a las ventas: lo bien que se lleve la pelota y si se logra o no un gol depende de unas cuantas reglas básicas. Generalmente somos mejores vendedores de lo que pensamos. 


Sí, todos somos vendedores: de imagen, ideas, proyectos, servicios o productos. Nuestros estándares están determinados por nuestro sistema de creencias, así, normalmente somos mejores de lo que pensamos. Muchos pensamos que no somos tan buenos y esas creencias y actitudes limitantes, nos impiden en muchas ocasiones alcanzar el éxito. Tales declaraciones pueden estar disfrazadas de verdad, tal como sucede en la aparente sabiduría popular, cuando se enuncian frases como "árbol que crece torcido, nunca su tronco endereza". Estas falsas ideas derivan en actitudes inadecuadas, ya que si ya hemos crecido y somos así, sería inútil cambiar, sencillamente porque creemos que no podremos hacerlo. 


El mejoramiento de nuestro sistema de creencias que define nuestros estándares, además de la actividad disciplinada, son dos piezas claves que forman parte del precio que debemos pagar para alcanzar el éxito.¿Cuántas veces nos damos por vencidos a la primera, sobrándonos pretextos, justificaciones, excusas, -mentiras con apariencia de verdad-  para no insistir, porque en el fondo no queremos pagar el precio? ¿Sabemos lo que queremos?, ¿Estamos conscientes de lo que cuesta llegar? El enfoque, el esfuerzo y la disciplina son la colegiatura que debemos pagar para lograr alcanzar la meta. El precio implica un arduo trabajo que consiste en tener que cargar con un peso y realizar un esfuerzo. 


Todos decimos que queremos lograr éxitos, pero tarde o temprano nuestro nivel de actividad debe alcanzar nuestro nivel de intención. Hablar de éxitos es una cosa, pero hacer que éstos ocurran es otra muy distinta. Por esa razón tenemos que forzarnos en el presente para sentir el dolor leve de la disciplina. De cualquier forma deberemos sufrir uno u otro dolor - el dolor de la disciplina, o el dolor del pesar o remordimiento - pero la diferencia es que el dolor de la disciplina pesa solamente gramos comparado con el dolor del remordimiento que pesa toneladas. 


El verdadero enemigo del éxito no es el fracaso; sino el conformismo y la mediocridad disfrazados en forma de excusas, pretextos o justificaciones ante los demás y ante nosotros mismos, que nos dejan estancados en una zona de confort aparente y que nos inmovilizan a la acción, por ejemplo cuando se tiene un trabajo mediocre que apenas proporciona un salario para sobrevivir, porque al menos se tiene algo que es mejor que nada. O cursar sin pena y sin gloria una carrera profesional con tal de tener después de cierto tiempo un documento que acredite ciertas "competencias" profesionales. 


¿Por qué no hacer un segundo esfuerzo cuando no se tienen los resultados esperados a la primera oportunidad? ¿Por qué darnos por vencidos tan pronto? Si se tiene suficiente determinación seguramente se alcanza el éxito. Los principios que se aplican a la formación de un equipo de futbol pueden aplicarse a casi cualquier aspecto de la vida. Por ejemplo a las ventas: lo bien que se lleve la pelota y si se logra o no un gol depende de unas cuantas reglas básicas. Generalmente somos mejores vendedores de lo que pensamos. 


Sí, todos somos vendedores: de imagen, ideas, proyectos, servicios o productos. Nuestros estándares están determinados por nuestro sistema de creencias, así, normalmente somos mejores de lo que pensamos. Muchos pensamos que no somos tan buenos y esas creencias y actitudes limitantes, nos impiden en muchas ocasiones alcanzar el éxito. Tales declaraciones pueden estar disfrazadas de verdad, tal como sucede en la aparente sabiduría popular, cuando se enuncian frases como "árbol que crece torcido, nunca su tronco endereza". Estas falsas ideas derivan en actitudes inadecuadas, ya que si ya hemos crecido y somos así, sería inútil cambiar, sencillamente porque creemos que no podremos hacerlo. 


El mejoramiento de nuestro sistema de creencias que define nuestros estándares, además de la actividad disciplinada, son dos piezas claves que forman parte del precio que debemos pagar para alcanzar el éxito.
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    Autor

    Certified Life Coach, educador y experto en bienestar con más de 14 años de experiencia en desarrollo personal​

    Víctor ha capacitado y educado a personas llevando un mensaje de esperanza a millones de personas en todo el mundo. También es un orgulloso padre de 4 hijos y un esposo devoto. ‍

    Victor Darquea nació y creció en Ecuador en América del Sur. Cuando tenía 19 años sirvió una misión de dos años para su iglesia. Durante su misión, fue atropellado por un autobús que causó una lesión en su espalda la cual lo puso en una silla de ruedas. Regresó a casa mirando la posibilidad de una cirugía de espalda que podría alterar su vida. Sin embargo, a través de una amplia terapia física y ejercicio, Víctor pudo recuperarse sin cirugía.

    Llegó a los Estados Unidos sabiendo muy poco inglés y buscó oportunidades y seguridad de varias amenazas contra su familia en Ecuador.
    Solicitó la ciudadanía de los Estados Unidos y al final del proceso de solicitud, después de varias cartas de aprobación, inmigración cometió un error de procesamiento y tomó medidas para comenzar la deportación la cual lo llevó a la cárcel del condado. Después de comunicarse con el senador estatal e informarle sobre el error, el senador tomó medidas para resolver el problema y Víctor fue liberado de la cárcel el día antes del Día de Acción de Gracias. Partiendo de la nada y decidido a cuidarse a sí mismo y a su nueva esposa, Víctor encontró trabajo como conserje en una gasolinera y luego como empleado de turno nocturno en un pequeño hotel. A pesar de estas circunstancias, continuó creyendo en su visión de ser dueño de su propio negocio, que creía que crearía más libertad y oportunidades para su familia y causas de servicio las cuales le interesaban.

    Víctor sabía que necesitaba un ingreso estable para mantener a su familia y cumplir sus sueños. Tuvo un trabajo estable en una empresa de mercadeo en red durante cuatro años. Después de trabajar para esta compañía, vio el potencial que el mercadeo en red tenía para ayudarlo a construir sus sueños. Luego saltó del lado corporativo y se convirtió en un Distribuidor Independiente. Esto permitió a Víctor reemplazar su ingreso anual dentro de un año. Debido a su experiencia en Life Coach, él es un mentor y apoya a su equipo para ayudarlos a romper sus limitaciones para encontrar claridad y propósito mientras logran sus sueños de vida. Ahora tiene un equipo de 25,000 personas en los siete continentes en lugares como México, Costa Rica, Colombia y Bulgaria. Muchas personas en su organización en crecimiento ganan un ingreso anual de seis cifras.

    Víctor, junto con su esposa e hijos, descubrieron que una de las mejores oportunidades del mercadeo en red es tener libertad de tiempo, criar a su hermosa familia, crear recuerdos y servir en su iglesia, todo mientras ayudan a otros a construir su sueños.
    ​ Víctor cree que cuando ves a las personas, no por lo que son, sino por lo que pueden convertirse, les das el poder para ver su propio potencial.


     

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